Trabajadora social y política. Nació en la ciudad de Chilpancingo el 9 de septiembre de 1900; murió el 28 de abril de 1978 en la misma ciudad. Sus padres fueron el abogado Nicolás Mesa y la señora Aurelia Andraca.

Inició su instrucción primaria en Chilpancingo y la concluyó en la ciudad y puerto de Acapulco, en donde su padre se desempeñaba como juez de distrito.

En 1915, instalada la familia en la Ciudad de México, ingresa a la Escuela Sor Juana Inés de la Cruz, en donde recibe enseñanza especial de bordado, costura, economía doméstica y lo que ahora se conoce como trabajo social.

En 1922, en compañía de su padre y hermano mayor, viaja a Europa; ahí perfecciona algunos conocimientos de arte y colabora con la delegación mexicana instalada en París.

A su regreso a México y durante el gobierno del general Gabriel Guevara, cuando su padre vuelve a ser magistrado del Tribunal Superior de Justicia, se inicia como trabajadora social en Chilpancingo, colaborando con el doctor Enrique Olea y Leyva en la Secretaría de Salubridad del estado.

En el periodo gubernamental del general José Inocente Lugo (1935–1937), ante el clima político que prevalecía en el estado al declararse la desaparición de poderes (5–nov–1935), fue nombrada presidenta del Concejo Municipal de Chilpancingo; cargo del que tomó posesión el 1 de enero de 1936, entregando dicha responsabilidad el 22 de marzo de 1937 al señor Rafael Alarcón. Fue, por tanto, la primera mujer que, en la República Mexicana, y en América Latina, desempeñó ese cargo.

No hay que olvidar que 11 años después el Diario Oficial de la Federación, de fecha 12 de febrero de 1947, publica el Decreto presidencial que restringía la participación de la mujer en las actividades políticas; que es hasta diciembre de 1952 cuando el poder Legislativo aprueba la iniciativa presidencial de otorgar el voto a la mujer, y que corresponde al presidente Adolfo Ruiz Cortínez darlo a conocer en su Informe de labores del 1 de septiembre de 1953.

El ejemplo de Aurora Mesa Andraca en el ámbito político fue seguido tres años después, cuando la profesora Rosa Torres tuvo la misma distinción en la ciudad de Mérida, Yucatán.

Se afirma que en el ayuntamiento de Chilpancingo nunca cobró sueldo. Y aunque el presupuesto municipal de ese entonces era muy pobre, como alcaldesa se preocupó por el mejoramiento de la ciudad: en 14 meses y fracción que estuvo al frente del Concejo Municipal realizó el empedrado de las calles de Colón, Ignacio Ramírez, Mina, 5 de Febrero y Amado Nervo; se construyó un puente en el barrio de Tequicorral; proporcionó a la planta de luz que producía la energía para alumbrar la ciudad todos los elementos necesarios; logró que las fuentes públicas siempre tuvieran agua suficiente, pues de ellas se surtían los habitantes de la ciudad (la red privada era un privilegio que pocas familias tenían); a las mujeres que lavaban ropa ajena, les acondicionó los lavaderos de San Mateo, localizados cerca de la barranca de Apatzingo; gracias a su entusiasmo se bardó el panteón municipal; atendía servicios sociales de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, visitando los hogares para prestar auxilio a mujeres casadas o con hijos, orientándolas a fin de que atendieran mejor a su familia; a los niños de escasos recursos les obsequiaba periódicamente juguetes y golosinas. Nunca antes se habían proporcionado servicios de esta naturaleza a los habitantes de la ciudad capital del estado; fue por esto que conquistó las simpatías de las clases humildes y el afecto de la población en general.

Estableció la primera guardería infantil que funcionó en Chilpancingo, a la que, posteriormente, la señora Fermina Ventura Leyva puso el nombre de Bertha Von Glümer, en honor a tan ilustre educadora. Otros logros importantes durante su gestión fueron: la fundación de la delegación de la Cruz Roja en el estado; la reforestación del jardín Cuéllar y de Tequicorral; la reinstalación del Hospital Civil Guerrero; la adquisición del predio del actual Centro de Salud. A ella se le atribuye la realización del primer censo socioeconómico de la ciudad, mismo que serviría posteriormente como base para un programa sanitario asistencial; colaboró directamente, y a riesgo de su salud, en la campaña contra la viruela, cuando esta enfermedad atacó a la población.

En 1938, vuelve a Europa y permanece en París hasta mayo de 1939. A su regreso a México, ingresa a la Secretaría del Trabajo como trabajadora social. Realiza actividades de tipo asistencial en Huitzuco y Arcelia. Luego de una vida de realizaciones, tanto en el estado como en otros lugares del país, se jubiló en 1966.

Los últimos años de su vida los pasó en Chilpancingo con su hermano el ingeniero Manuel Mesa Andraca, en el domicilio de las calles de Zapata número 21. Falleció a los 78 años de edad en la ciudad de Chilpancingo, en donde fue inhumada por deseo expreso.

Las autoridades municipales y estatales de Guerrero han instituido la Medalla Aurora Mesa Andraca, como máxima presea para las mujeres que se distingan en el desarrollo económico, social y político de la entidad.

 

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